La zona de confort. Círculo C. P. Soto del Real 16/05/23 


Tengo la sensación en algunos círculos, el estar viviendo en primera persona una de esas películas que he visto durante mi adolescencia. Al escuchar las experiencias vividas por los participantes y compañeros de estos círculos, mi mente se escapa a recordar escenas  y situaciones que viven esos personajes de las pelis, situaciones increíbles, excepcionales y ficticias… pelis de narcotraficantes, de venganzas y ajustes de cuentas, de persecuciones “polis-cacos”… y nada mas lejos de la realidad. Aquí, en estos círculos, escucho historias y experiencias vividas, reales, crudas, duras… que cualquier director de cualquier peli de este género envidiaría llevar a las pantallas…

“Estaba relacionado con el tráfico de drogas en mi país. Comencé siendo muy joven con esto y fui ascendiendo poco a poco en la estructura de la gente que movía droga. Me di cuenta realmente que estaba tan metido en el trafico de drogas y estaba relacionado con gente sin escrúpulos, cuando intentaron matarme. Y no solo una vez, sino hasta tres veces. Me hirieron en una pierna y decidí marcharme en ese momento. Claro, esto no es fácil. Cuando se pertenece a este tipo de banda, hay secretos, lealtades y compromisos que no se pueden romper. Me persiguieron, persiguieron a mi familia y decidí escaparme con otra identidad, con otro nombre al país de al lado del mío…”

“Mi primera pistola me la compré cuando solo tenía 15 años. Al primero que vino a meterse conmigo, le pegué un tiro…. y desde ese momento, las bandas me “ficharon” para ajustar cuentas y ser una especie de sicario…”

“Conseguía mucho dinero fácilmente y rápido con lo que hacía (pasar cocaína), hasta que me nos pillaron y nos metieron en la carcel.”

“Estoy pagando las consecuencias por tráfico de drogas, no por las muertes anteriores que ejecuté. Menos mal que no me pillaron por esto….”

¿Y qué relación tiene esto que cuento con la zona de confort?

Lo conocido, la costumbre, lo de siempre, lo familiar, lo fácil… lo que no me exige cambio… esto está en la zona de confort. Y es lo que he aprendido, lo que he vivido de pequeño, como me ha condicionado mi entorno y me ha llevado a hacer lo que hago…

Lo fácil y conocido para las personas que cuentan estas historias, estas experiencias, ha sido seguir ese camino… y no ha sido fácil a la vez…

Vamos a ver como.

Salir de nuestra zona de confort se antoja algo, a priori, difícil y complicado. También incómodo y molesto. Y más cuando detrás hay historias tan potentes como las que he escrito. Esta es la zona metafórica en la que estamos cuando nos movemos en un entorno que dominamos y nos es familiar. En ella las cosas nos resultan sencillas o cómodas sean éstas agradables o no.

Lo interesante y curioso es que, aunque estas “cosas” sean desagradables e incómodas, nos resistimos a salir de ellas, de esta zona de confort.

Estar en tu zona de confort no significa, necesariamente, que estás en una situación agradable, significa que estás en una situación familiar, conocida, en la que sabes como reaccionar por incómodo que sea lo que estás enfrentando.

Alrededor de la zona de confort está la zona de aprendizaje, esta es la zona a la que salimos para ampliar nuestra visión del mundo y lo hacemos cuando aprendemos cosas nuevas.

Hay personas a las que esto les apasiona y por ello frecuentan su zona de aprendizaje. En cambio, hay otras a las que les asusta y para evitarlo, se mueven sólo dentro de su zona de confort y salir de ella lo consideran un peligro.

Fuera está el miedo, la incertidumbre, lo desconocido, la inseguridad, la vulnerabilidad….. y me refiero no solo a un nivel mas “material” de toma de decisiones, si no que para mi, lo más difícil es salir de “esos comportamientos”, formas de pensar, de sentir, de relacionarnos…. que todos tenemos y damos por válidas.

Y también está el crecimiento, la alegría, el encuentro con los demás, ser conscientes de nuestros propios recursos ante una situación no habitual, explorar nuevas zonas….

Este nuevo encuentro en el centro penitenciario lo realizamos en un espacio nuevo. Estuvimos fuera del aula donde normalmente nos reunimos, al lado de varios árboles y al aire libre. Propuesta  que me llegó con sorpresa, me pareció muy buena idea el salir del aula y también sentí por un momento que me salía de esa “zona de confort” que me brinda lo conocido.

Curiosamente, varias intervenciones tuvieron como fondo esto mismo. Creo que el ser humano en su estado natural experimenta un cambio constante fundamentado en como interacciona entre sí mismo y su entorno. Es una constante que ante cualquier cambio surja el sentimiento de miedo por lo que siempre supone enfrentarse a lo desconocido, abandonar determinados estados emocionales asociados a valores, ideas, creencias, o bien enfrentarse a nuevas situaciones en lo concerniente a los ámbitos laboral, familiar o de cualquier otro tema de la persona con su entorno.

Instintivamente creo que hay una tendencia a la postura cómoda de dejar las cosas como están y adoptar una pasividad que no requiere ningún esfuerzo porque nos mantiene aferrados a aquello que nos resulta familiar, que nos es conocido y por consiguiente es confortable y fácil.

Lo fácil que comentaba uno de los participantes, sería volver a lo conocido al salir en libertad. Volver al mismo sitio y hacer las mismas cosas por las cuales estaba “encerrado”

en el centro penitenciario. Ya conocía ese entorno, era familiar para él, dinero rápido y fácil. Su zona de confort. Justificando esta vuelta a lo conocido por su situación personal y porque era mucho más fácil y rápido para él. El cambio que sería necesario que realizase en su vida anterior conocida, se le antojaba mucho mas difícil y arduo que volver a lo que conocía.

Es difícil el cambio.

Desde fuera puede parecer obvio y hasta “sencillo” la necesidad de no volver a las “andadas”, pero realizar esos cambios internos necesarios para que se produzca este giro…. ahí está lo difícil y ahí es donde se encuentran todas las resistencias, todos los miedos que surgen cuando nos planteamos este tipo de cambio.

Quienes consiguen realizar unos cambios satisfactorios en sus vidas y desprenderse de hábitos y creencias propias o ajenas (elegidas o impuestas), que no les permitieron en su momento avanzar en la dirección deseada y querida, experimentan un renacimiento que marca el principio de una sensación de libertad nunca antes conocida.

Sólo se logra el cambio real y duradero cuando se acepta ser como soy (y qué siento) en éste momento y te das tiempo para explorarlo y escucharlo. Algo que parece paradójico.

¿Acepto como soy aún sabiendo y sintiendo que no me gusta?…

Esto es una de las cosas que ofrecemos desde los círculos, explorar como soy y lo que siento y desde este punto, comenzar con el cambio. No procuramos ayudar activamente a los participantes en su cambio y transformación, porque si no, nos apartamos de la situación igualitaria y nos convertimos en los expertos conocedores, mientras estos quedan convertidos en las personas desvalidas. Este cambio y toma de conciencia, viene de ellos mismos, de su propio darse cuenta de como han sido, como son y como quieren ser. Todos los reclusos del circulo coinciden en el cambio tan profundo que están experimentando en su interior por estar en el centro penitenciario. Una especie de crisis personal. Un replantearse lo que se hizo, porqué se hizo y las consecuencias que tuvo. Un replantearse como quieren ser y que quieren hacer una vez estén en libertad.

Enfrentarse a una crisis de esta magnitud implica, en alguna medida, entrar en territorio desconocido, sentirse perdido y salir de esa zona de confort de la cual he hablado antes. Y eso, claro, asusta. También coinciden en que al decidir atravesar esta crisis, ven y sienten que aparece una mayor apertura y quizá encontrarse con cierta excitación y vitalidad, el gusto de descubrir. Y es que entrar en crisis implica no sólo abrirnos a nuestros miedos, sino también, y especialmente, a nuestros deseos. Al cómo me gustaría ser, que quiero cambiar…

Sirve y es necesario no correr en esto, no pretender una solución rápida, solución que vendría dictada por nuestro yo más superficial y automático. Creo que estas soluciones rápidas se encuentran en lo que conocemos, en lo fácil. El abrirse en los círculos, soltarse en la incertidumbre, mostrar la vulnerabilidad y escuchar las sensaciones, las palabras y movimientos internos según nuestra conciencia y darnos cuenta se van ampliando.

En el volver a lo conocido, el quedarse en lo fácil, se esconde un tema más profundo, que tiene derivaciones o se extiende hasta tocar lo que son temas mas comunes: la muerte, la soledad, el amor, el cambio, la confianza, la vulnerabilidad…

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