Víctor Sánchez y yo, Justo Fernández, somos dos seres humanos a todas luces bien diferentes. Distinta edad, procedencia e historia personal, distinta profesión, bien distinto carácter, distintas creencias (si es que tenemos alguna), colores ideológicos quizás en la misma escala cromática, pero con matices que se distinguen fácilmente … Y así, en el territorio enumerativo de lo externo, de la superficie, podríamos seguir indefinidamente sin encontrar similitudes relevantes. Sin embargo, es en lo esencial y sencillo, en lo vital, en la vastedad y profundidad interior, donde aparece el encuentro en comunión entre nosotros, donde nos miramos reconociéndonos: los dos somos hombres y los dos somos padres. Si, los dos somos Hombres Padres. (Unimos exprofeso las dos palabras, como ya hicimos al titular un libro anterior, en la convicción de lo intrínseco de las dos esencias, que se funden entre ellas, una vez que la masculinidad ha tomado rumbo a través del territorio de la paternidad).
Pero no es simplemente el hecho de sentir estas dos esencias en nuestro interior, lo que nos ha unido de una forma inopinada a lo largo de estos dos últimos años. Es la vocación vital compartida de explorar la profundidad de esos sentires, de vivenciar y aflorar sus sabores (agrios y dulces), de buscar sus significados, de encontrarnos cara a cara con nuestra oscuridad y nuestros condicionamientos, lo que ha convertido la inicial unión estática, en dinámico viaje personal y experiencial. Es la vocación de tomar conciencia. Y en este viaje, hace tiempo que caminamos juntos.
La motivación de la transformación, a través de la búsqueda de quienes somos realmente como Hombres, el ansia de ser libres, el derecho a liberarnos de modelos masculinos autoimpuestos (o por imposición de otros), el Amor incondicional que surge de una paternidad sin molde, la responsabilidad como Padres de no transmitir a nuestros hijos los hechizos malditos de una masculinidad y una paternidad taradas, el profundo dolor de un pasado y un presente masculinos, de puños cerrados, tantas veces origen de sufrimientos infringidos, la esperanza de poder ser arte y parte de un mundo nuevo, pleno de igualdad y libre de violencia, con las manos abiertas, tendidas hacia ellas … De todas estas fuentes surge la energía inagotable y el arrojo para continuar esta aventura sin final, rumbo al encuentro de la mejor versión de nosotros mismos.
En este contexto explorador, que así me ha salido presentaros, es donde surge este ejercicio, este proyecto a modo de ensayo, que hemos titulado Diálogos Masculinos, y que en breve iniciaremos. Víctor y yo dialogaremos desde el corazón sobre Masculinidad y Paternidad. Nuestro compromiso es sentir siempre lo que escribimos, y escribir lo que sentimos. Eso sí, sin orden ni concierto, sin estructura previa, sin el dictado de creencias ni ideologías, puro libre albedrío. ¿Será verdad que la Libertad del corazón no atiende a ningún mandato o guion, ni propio ni ajeno? Nosotros siempre lo hemos sospechado.
El formato de Diálogos Masculinos es sencillo, uno de los dos escribirá un texto, y, el otro, simplemente hará lo propio, siguiendo el hilo o cambiando el tema. Y será diálogo, que no debate, porque escribir y describir lo que se siente, no tiene contrario.
Hacer este ejercicio, a nosotros nos hará bien. Solo por eso, ya sirve para algo.
Tras esta breve presentación, en próxima entrega, iniciaremos nuestros Diálogos Masculinos, aquí, en Círculos de Hombres, un espacio tejido con la labor de muchos, y al que así aportamos también lo nuestro.
Por la Libertad, por el Amor.
Justo Fernández
Os escucho y pienso. Tengo tres hermanos varones y algo sé de esas conversaciones (más bien peleas) masculinas en las que en vez de comunicación hay competencia, y además agresiva. Las dos mujeres de la familia (mi madre y yo) asumimos roles diferentes. MI madre se volvió invisible. Yo intenté ser «uno más». No me dejaron, por supuesto. Aún hoy me sorprendo a mi misma intentándolo cuando tenemos una reunión familiar , aunque la consciencia y muchos años de trabajo personal me ayudan a gestionar la rabia, la frustración y la impotencia. He vivido esa experiencia muchas veces y en muchos contextos en los que había mayoría de hombres. Lo de «ser presa» es otro tema en el que no estoy aún preparada para compartir abiertamente. Por todo eso y en este momento de mi vida siento que necesito espacios como este, en los que sentarme y escuchar. Y aprender. Y permitirme ser yo misma junto a, esta vez, hombres que sean compañeros de camino, no rivales, jueces, o depredadores.
Excelente iniciativa y prosa!!
Ya estoy esperando ansioso!
Saludos desde Argentina.
Juan Pedro Berduc ( miembro de uno de los 3 círculos dr hombres de Paraná, Entre Ríos)