Gratitud (por Mario Maroto) 4


Para mí la gratitud es un tema pendiente. Me pregunto por el origen de esta carencia y lo que me viene a la cabeza es mi madre, haciendo infinidad de cosas que nadie le agradecía porque «eran sus tareas», lo que se esperaba de ella, su rol…Así que crecí normalizando que eran responsabilidades suyas que no había por qué agradecer. Agradecer sus cuidados, sus comidas, la limpieza del hogar, ir a la compra, etc.

Cuidados y atenciones que un buen día desaparecieron porque ya era hora de que las asumiera yo y, lejos de agradecer todos los años pasados, tuve la desfachatez de enfadarme por la retirada de esos privilegios.

Tampoco agradecía que mi padre me diera la paga, limpiara mis zapatos o me llevara a los partidos de fútbol. No agradecía que mi hermano me llevara al colegio, me integrara con sus amigos o que siempre estuviera disponible para jugar conmigo.

Yo era el hijo pequeño y se me mimaba más. Era como si mi destino fuera recibir y que el sistema familiar estuviese pendiente de mis necesidades. Di por sentadas muchas cosas que ahora comprendo que eran de agradecer.

Echando la vista atrás, incluso recuerdo situaciones nimias en las que no agradecía; porque «era la obligación» de ese alguien, porque era lo que se esperaba de él/ella, etc. Pongo un caso absurdo como el que un coche se detenga en el paso de cebra y no agradecer a su conductor/a por ello, «estaría bonito, es su obligación cumplir con el código de circulación». 

Debido a este no aprendizaje de la gratitud, me encuentro ahora en mi edad adulta con dificultades para sentirla y, por lo tanto, para expresarla. Perdiéndome la maravillosa experiencia que es sentirla, expresarla y que la otra persona la reciba. Centrarme en los cientos de cosas que me suceden al cabo del día y que son de agradecer, en lugar de en las que no suceden. Este es mi particular vaso medio vacío.

Pero claro, esto es bidireccional. Cuando alguien me agradece algo a mí, lo considero innecesario porque esa cosa que he hecho y que me agradecen, era también mi obligación. Me cierro a recibir gratitud, a sentirla.

Y esto no acaba aquí, cuando es una gratitud acompañada de valoración, me encojo y me avergüenzo, a pesar de que esté deseando de que llegue.

No tuve las suficientes muestras de valoración en mi infancia y eso hace que hoy tenga esta dificultad para abrirme a ella, al reconocimiento y a la gratitud de las personas por las cosas buenas que pueda aportar a sus vidas.

Me despido dando las gracias a estos espacios, espacios donde aprendo a transitar estos batiburrillos y a trascenderlos. Me llevo deberes, queda trabajo por hacer.

Muchas gracias.

Mario Maroto


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